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Se dicen muchos mitos sobre el pelo y todo tipo de cosas inciertas sobre el cabello. Se habla entre amigas y amigos. También se habla en la peluquería, se escuchan comentarios al pasar, se dice que “la abuela decía”, se dice “lo leí en una revista”, se afirma también “alguien que sabe me dijo”, etcétera

Se habla mucho del tema, y en ese mar de habladurías y “saberes populares” siempre y en todo momento existen cosas que crecieron como un mito -historias que se construyen con el tiempo, en ciertos casos empapadas de argumentos aparentemente algunos- mas que por último carecen por completo de asidero.

Sin embargo, hay otras cosas que forman parte de ese caudal de información, pero se fundamentan en verdades útiles a tener en cuenta. El objetivo de este artículo es desterrar algunos mitos sobre el pelo más frecuentes y totalmente nocivos.

¿De qué manera distinguir la verdad de un mito?

Antes que nada, lo mejor es preguntar a un profesional que pueda técnica y fácticamente ofrecer las respuestas convenientes a las dudas y de este modo evitarnos estar viviendo con temor o preocupación de cosas falsas. Además, que esa consulta nos sirva para ocuparnos de lo que sí daña verdaderamente el pelo y poder de esa forma tener en cuenta qué cautelas tomar.

Mitos frecuentes sobre el cabello

Que es bueno, ya antes de ir a dormir, cepillar cien veces el cabello para eliminar la suciedad y para que el pelo quede más brillante. Esto también alentaría la irrigación en el cuero cabelludo y elimina el exceso de grasitud.

Esto no solo no está comprobado sino al cepillarlo muchas veces se genera el efecto contrario. Probablemente arranquemos de forma involuntaria gran cantidad de pelos. En vez de estimular la irrigación, causa maltrato, salpullido, enrojecimiento, y hasta florcilla.

Para conseguir el efecto buscado, basta con unos pocos cepillados y con champús y cremas de enjuague adecuadas al pelo de cada uno. Se acostumbra a decir que el pelo se daña si se lo cepilla estando húmedo o mojado, y esto sí que tiene fundamento. Cuando el cabello está húmedo, las fibras capilares están más expuestas y son más débiles, de modo que las hebras del pelo pueden volverse quebradizas y caer.

Para que esto no suceda, se aconseja la utilización de peines gruesos y dientes separados para desenredarlo después de cada lavado y secado. Caso contrario, se puede exacerbar la caída del cabello y es allí cuando el implante capilar se vuelve necesario.

Algo muy difundido y que ciertos toman como uno de los mitos sobre el pelo , cuando en realidad no lo es, es el que dice que poner cerveza sobre el cuero capilar y después ponerse al sol genera reflejos naturales y da claridad al cabello. Esto sí es cierto, y sucede pues el compuesto esencial de la cerveza, la cebada, provoca este efecto en contacto con el sol. De todas formas, como el pelo de esta forma queda reseco y aparece horquilla, no se aconseja como hábito el empleo de este recurso.

Tampoco es cierto aquello que se dice de las personas con pelo grasoso. No es verdad que haya que lavarlo todos y cada uno de los días para eliminar la grasa y de esta manera impedir que se torne todavía más grasoso. Esto no es cierto y muy por el contrario: justamente, lo que provoca un aumento de grasitud, es que exista una excesiva estimulación del cuero capilar.

Los médicos afirman que es cierto que las mujeres embarazadas no deben agregar al cuero capilar productos químicos (como algunos tipos de tinturas o lociones), pues estos podrían llegar a la sangre y resultar perjudiciales al bebé en desarrollo. En un caso así, la proliferación de la creencia está muy bien fundada, dados los verdaderos peligros que conlleva. Por ende, no es un mito.

Asimismo, uno de los mitos sobre el pelo que también corre por ahí: que cortarse el pelo al ras trae grandes beneficios, que de esta manera el pelo medrará más consistente, más saludable, con mayor grosor y en gran cantidad. Tampoco a esta afirmación puede atribuírsele realmente ningún asidero. La verdad es que la base del cabello (la zona más próxima a los folículos) es más gruesa pero se afina yendo hacia las puntas. Por eso dé la sensación, en el momento en que un cabello comienza a despuntar en el cuero cabelludo, que está más grueso, mas la realidad es que crece de la misma manera y con exactamente la misma fortaleza o debilidad que tenía antes.

Otro de los mitos sobre el pelo muy escuchado es que si nos arrancamos una cana, aparecerán 2. No, no hay nada que justifique esta aseveración. La realidad es que ponerse canoso es una cosa que responde a un proceso natural y lento (cuando no existen traumas ni situaciones extremas) que debe ver con la edad, que sucede mientras que se envejece. La totalidad de los cabellos son iguales, en el sentido de que el bulbo o bien raíz de un cabello que está pigmentado no va a ser diferente a la de un bulbo de pelo cano.

Para entender mejor: al pelo nuevo le lleva entre tres y cinco meses el crecimiento y un tiempo afín a fin de que ese desarrollo pueda ser percibido. De modo que, por último, van a pasar unos 6 meses de la vida de una persona para que ese pelo que se arrancó llegue a tener la medida que tenía cuando fue arrancado. En ese lapso de tiempo, va a haber otros nuevos cabellos que serán canos.

Asimismo se suele decir que, en lo que se refiere a los acondicionadores, es mayor la eficiencia de estos si se los sostiene durante más tiempo en la cabeza, dejándolo actuar. Se trata de una aseveración adecuada, pues si el acondicionador está constituido de pantenol, aminoácidos y proteínas, estos pueden ser incorporados mejor a lo largo de un lapso mayor y de este modo el pelo se enriquecerá más y se hidratará. En definitiva, el pantenol se adhiere al cabello engrosándolo y dándole un mejor aspecto.

Se asevera que “los productos capilares pueden producir alopecia”. Los tratamientos distintos pueden ser beligerantes, maltratar el estado del cabello, debilitarlo, mas no es posible que por sí mismos sean capaces de provocar calvicie (AGA), puesto que sabemos que se trata de algo más complejo, de un proceso genético. El uso de tinturas, colorantes y otros químicos pueden fragilizar el pelo, pero derogado el uso de los mismos, el cabello debería volver a crecer como es costumbre.

Algunas personas dicen también que el pelo no debe lavarse todos y cada uno de los días, pero realmente no podemos generalizar pues las cosas cambian de acuerdo al cabello de cada uno. No existe un modo tan fijo de establecer una frecuencia de lavados con champú pero sí es importante no dejar pasar tanto tiempo entre cada lavado, para eludir que el pelo se opaque y se ensucie.

Asimismo es cierto que existen productos muy beligerantes que pueden dañarlo, mas el empleo frecuente de champús y acondicionadores de calidad y adaptados al cabello de cada uno, no hacen más que mejorarlo en brillo y en textura, aunque se use diariamente. A quienes tienen pelo graso es inevitable que se laven a menudo con champú, y a los que tienen pelos secos, sabemos que van a deber lavárselos con una menor frecuencia.

Los dermatólogos sencillamente sugieren lavar el cabello con productos de calidad cada vez que se mancha, pero sin dar relevancia a la cantidad de veces por semana.

“Los secadores de pelo dañan el cabello”. Es cierto. El empleo indiscriminado del secador para el cabello no es recomendable, pues el aire caliente, al ser colocado muy cerca del pelo, puede afectar y dañar las cutículas, estropeándolas en su totalidad y restándole la hidratación que el cabello por norma general precisa. En cambio, usar el secador cada tanto no afecta el pelo.

Se afirma que “el pelo puede estropearse si se va a dormir con él mojado o bien húmedo”. Esto es cierto, puesto que tener durante muchas horas el pelo húmedo provoca un deterioro de las escamas de las cutículas y asimismo del cuero cabelludo. Lo aconsejable es no adquirir el hábito de pasar demasiado tiempo con el pelo húmedo.

En definitiva, estos fueron algunos de los mitos sobre el pelo más frecuentes y ya sabes cómo derribarlos.